Salimos hacia CASCAIS. Tras dejar nuestro equipaje en el hotel, hacemos una visita panorámica por la ciudad. Paramos en la ciudadela, una fortificación que se construyó para defenderse de los ataques españoles por el mar —eran otros tiempos. Nos dirigimos hacia el Faro de Santa Marta, un lugar con unas magnificas vistas. Tras una inevitables fotografías nos dirigimos al casco antiguo de la ciudad —llama la atención sus calles empedradas. Indudablemente nos dejamos querer por uno de esos restaurantes con sus especialidades de pescado.
Tras una premiada sobremesa nos dirigimos a uno de los emblemas de Cascais: La Boca do Inferno, una maravilla natural, situada entre pequeños acantiladas erosionados y creada por la fuerza del océano Atlántico. El ruido que produce y los chorros de agua que lo preceden hace del lugar un sitio sobrecogedor. Al lado, su Mirador, uno de los más espectaculares de la zona. El punto final idóneo para regresar a nuestro hotael y dar por finalizada la jornada.
Al dia siguiente y tras un copioso desayuno nos dirigimos hacia Sintra. Nuestro objetivo era visitar el Palacio da Pena (Patrimonio de la Humanidad- definido como un castillo de cuento de hadas). Antiguamente fue una ermita medieval dedicada a la Virgen de la Pena. Su reforma posterior ha dado origen a este magnífico palacio digno de admiración. Un paseo por las calles de Sintra tras la visita del Palacio, es lo preciso para retomar fuerzas en uno de los restaurantes de la ciudad —muy dura la vida del viajero. Recuperadas las fuerzas pasamos a visitar exteriormente el Palacio de Monserrate (huelga que traduzca al castellano), edificio que define el arte románico portugués y su jardín. Un jardín botánico con numerosas plantas de diversos lugares del mundo. Regresamos a Cascais y nos dejamos llevar por alguna que otra oferta culinaria de la ciudad. Y ¡hala! A descansar.
A la mañana siguiente nos dirigimos a Setubal. Visitamos El Castillo de San Felipe, también conocido como La Fortaleza. Una antigua edificación y bastión de defensa construida para defender y proteger la ciudad. Por su ubicación y pormenores empleamos toda la mañana. Nuevamente, y ya es costumbre diaria, llenamos nuestros exigentes estómagos en uno de los locales del bonito paseo marítimo y nos trasladamos a Lagoa, ya en pleno Algarve, la región más meridional de Portugal y punto elegido de pernocta para pasar el resto de los días vacacionales. Nos relajamos esa tarde disfrutando de la piscina de agua salada del hotel. Nos aconsejan pasar a ver el descampado que tienen preparado para las fiestas en la playa. El lugar llama poderosamente la atención, aunque nuestros cuerpos nos piden raciocinio y relax para no gastar fuerzas innecesarias (la verdad es que íbamos con niños, pero no me negareis que la explicación ha resultado convincente). Lo primero que hacemos al despertar de este día es dirigirnos a la Playa de Dona Ana, lugar donde sabíamos que partían unas pequeñas embarcaciones para visitar las cuevas y arrecifes de la zona —preciosa excursión no exenta de impresión y “canguelo” por lo abrupto del lugar— Es el momento, tras el paseo de la barca de acercarnos a Ponta Piedade, un lugar con impresionantes vistas. De allí a la Playa do Camilo, que te obliga a enfrentarte a sus 220 escalones, lo que es motivo para disfrutar de un magnífico y merecido baño. Ya de regreso al hotel, paramos en el pueblo de Armaçao de Pera, una cenita ganada a pulso y una ligera caminata por su paseo marítimo ponen el punto final a otra maravillosa jornada.
La jornada a mencionar corresponde a la visita inicial de Vila do Obispo, un pueblo encantador con una singular playa: la Playa de Castelejo, una playa con forma de concha y rocas de pizarra. Algunos la conocen como el paraíso de los surfistas. De allí nos dirigimos al pueblo de Sagres para visitar su Fortaleza y La Punta de Sagres ( el paseo por La Fortaleza y sus murallas resultaron espectaculares ). Por la tarde fuimos a la playa de Beliche – tras un acceso pronunciado de escalones —los portugueses tienen obcecación por las escaleras— se llega a la playa. Playa muy bonita, muy próxima al Cabo de San Vicente, el fin de Europa. Con el tiempo en contra, como lo vivimos, se aprecia el dominio de la naturaleza sobre el ser humano. Cenita y “regresito al hotel”
Al día siguiente salimos hacia Vila Real de San Antonio, ciudad fronteriza con Ayamonte, separadas por el Guadiana. Paseamos por sus calles y hacemos las compras típicas del lugar. Comemos y pasamos parte de la tarde en una de sus magnificas playas. Nos dirigimos a Huelva y visitamos El Mirador del Coquero. Volvemos a Portugal, cenamos en el pueblo de Faro y hacemos noche.
Nuevo día que amanece y nuevas fuerzas para afrontarlo. Desayunamos y salimos hacia la playa de San Rafael donde permanecemos hasta la hora de dirigirnos a Marina de Albufeira para coger un pequeño crucero de 3 horas de navegación que va mostrando la costa y que llega hasta la cueva de Xorino – lugar de historias de los piratas de las novelas portuguesas – Allí se ha de embarcar en una zodiac que te acerca a la gruta. Entre embarque y embarque de los distintos viajes, se puede hacer un bañito en las profundidades de sus aguas. Regresamos a puerto y volvemos al hotel.
Al día siguiente, desayunamos y salimos hacia ALBUFEIRA, al pueblo de GUIA, donde se encuentra ZOOMARINE, un parque temático dedicado a la fauna marina. Allí disfrutamos de una de las actividades que esperábamos con mayor ilusión. NADAR con DELFINES. Con la ayuda de un monitor, que nos enseña a realizar las distintas actividades, jugamos y nadamos con un delfín ( Ulises ), disfrutando de ese precioso animal. Pasamos después un buen rato en los distintos puntos que tiene el parque. Montamos en la Noria, vemos la actuación de aves rapaces y el show“ profesional” de los delfines en el delfinario. Nos dirigimos a playa de Alvor, donde comemos y pasamos la tarde. Regresamos al hotel y hacemos noche.
Despertar a sabiendas que ya nos queda muy poquito. Desayunamos y salimos hacia la playa de los Salgados, en Armaçao de Pera. Pasamos la mañana en plan de relax, agua de mar y relax y agua de —¡Ah, no|, cervecita. Nos vamos a comer a la playa de la Rocha, en Partimao, donde pasamos la última tarde en tierras portuguesas. Regresamos al hotel y hacemos nuestra última noche.
Amanece y afrontamos nuestra última jornada. Regreso a España vía Huelva.
Un viaje “completito”. Y a la vez un viaje inolvidable. La gente del Algarve, nuestros hermanos portugueses, encantadores. Los paisajes, espectaculares y la oferta culinaria, insuperable.